martes, 12 de abril de 2011

Una visceral descomposicion en un Salon de belleza...

La literatura de finales del siglo XX se ha caracterizado por describir en el plano de la ficción la realidad insertada en mundos posibles. Mundos que se alternan o paralelizan para ampliar el hecho narrado. Y esta alternancia es la que describe ciertas condiciones de las sociedades al mismo tiempo que alinea la herencia literaria hispanoamericana.

La imagen minimalista y a su vez simbolista es la que explica el rumbo de la literatura de unos de los escritores mexicanos contemporáneos, Mario Bellatin quien instaura una modalidad estéticamente agresiva ante las realidades que circundan las relaciones humanas.


En Salón de Belleza (2000), vamos a observar las cualidades culturales actuales en cuanto a se refiere a circunstancias que se asimilan cada vez más a las sociedades. Esta patente realidad se instaura en un mundo posible en donde el espacio natural de los peces tiende a ser equivalente al contexto, con este paralelismo notamos la mutación que en esta novela se halla tanto en la historia del discurso como en sus personajes.

Es en Salón de Belleza donde además, vamos a conocer como el héroe mítico y el futuro progresista se desploman para dar paso a una realidad que deja de ser resplandeciente para ser cruelmente escéptica y autónoma en el texto. Representado en ella la falta de fe y la necesidad de muerte, conectado al estigma social del SIDA. Un salón de belleza, un moridero y las peceras se incorporan como espacios en donde la embestida no solo conduce el pensamiento del narrador autodiegetico que en encontramos en esta obra, sino también a la narración misma.

Encontramos pues tres historias que amalgaman la realidad que se circunscribe a la situación de los homosexuales, enfermos de SIDA, al narcotráfico y a la invalidez de las instituciones publica y religiosas, todas estas situaciones abrazan la desesperanza humana que sustenta a este libro. En este contexto se visualizan tres historias conductoras como son la del homosexual que espera la muerte, mientas cuida de otros de su misma condición; la inauguración del moridero y la atención a los peces. Tres relatos que revelan en lo relajado y sencillo del lenguaje la mediocridad ideal del ser en la negación de un futuro prodigioso ante la muerte.

La historia del travestí asume la soledad del hombre ante los hombres, la inconstancia física del ser y la desvigorizada necesidad de vivir. Y el no luchar ante la muerte se refleja en los peces que cuida el narrador autodiegetico. Sirven éstos como metáforas que contrastan con la realidad física de los enfermos, alegorizando a través de ellos la decadencia corporal de la enfermedad en el organismo. Enfermedad que no es nombrada en la obra y en la que el autor en las escenas ostenta diversas situaciones que aluden al SIDA, dejando claramente sus señales en la novela llevándonos por una narración de asimilación y lógica que nos facilita como lectores, la creación de un espacio donde nosotros otorgamos los sustantivos o no. La historia de los peces que sobreviven en los acuarios que adornan el salón de belleza o moridero, sobreponen una lícita táctica de narración que utiliza Bellatin para analizar desde la enfermedad hasta la variabilidad del ser de acuerdo a su condición social. Los peces son también el único instrumento de ayuda ante la convalecencia de los huéspedes como los llama el narrador, quienes ya en la etapa terminal de la enfermedad llegan a decorar con sus olores y la musicalidad de sus quejidos el moridero.

Los peces son pues el limite natural desde donde se ve la enfermedad y desde donde el narrador autodiegetico a través de sus cuidados va alternando las llagas de los enfermos con la manchas blancas de los peces, los olores entrañables de los humanos con el agua putrefacta de los acuarios, lo sensual de las carpas doradas con el deseo de persuadir como travestí. El moridero es el lugar en donde terminan los enfermos y es donde los recuerdo del pasado señalan un momento ilusorio y práctico de subsistencia, donde la gloria de lo que fue el salón de belleza residía en la popularidad de las manos de los peluqueros y la decoración ajustada y placentera que puntualizaban los acuarios. Este espacio se convierte en un moridero que funciona simbólicamente como el mundo decadente al que nos convertimos, condición dogmática de una realidad que sugerimos ante la imposibilidad de un futuro. Futuro que no enmarca a un final en la novela, porque existe una vaga subsistencia que no persigue un hecho trascendental en los personajes y acciones narradas y que infiere sólo un deseo próximo a la muerte.

La muerte adquiere varias dimensiones de espera que advierte la caída de Dios ante el hombre y que no permite desde ese juicio la reminiscencia del hombre ante el hombre, por ello se funda una constante negación del bien y del otro para conformar un designio inmensurable en la historia, llevando al espacio y a los huéspedes a una tortura nihilista que sobrelleva a la muerte. Por ello lo que lleva al peluquero a cuidar de los enfermos no es la necesidad de proceder a favor de la caridad sino la de notar en cada una de las victimas la caída del futuro y la llegada de la muerte como experiencia estética. Razón que lo motiva también al cuidado del acuario para notar las soluciones artísticas que no ofrendan vida y que preferentemente ocultan el dolor de la hermosura que deja de serlo en búsqueda de la muerte.

Hay una preocupación de cómo se llega al momento esperado de la muerte. Y es la belleza la que esconde el dolor y da paso a una ansiedad que pretende el fin, por ello encontramos al narrador preocupado por las llagas en su cara como por el destino del moridero cuando él perezca, llevándonos a conciliar el pasado con un futuro que fracasa ante la ausencia de lo próximo.

Finalmente denotar lo restrictivo que es en salón de belleza el acuario y el moridero como puntos periféricos nos permite conocer la negación al mundo y el paralelismo alegórico en la obra encerrando con ello un discurso en el que interviene la decadencia social que en los ultimo diez años se ha llegado ha transitar en algunos textos y escritores hispanoamericanos que muestran el nuevo pensamiento en donde las utopías son olvidadas y donde impera el placer de la belleza por el dolor. Por el dolor de una ritma loca que se desvaneció Bibliografía Bellatín, Mario. 2000.- Salón de Belleza. Tusquests Editores, Barcelona España. Eagleton, Terry 1998.- Una Introducción a la Teoría Literaria. Fondo de Cultura Económica Colombiana, Santa Fe. de Lima, Paolo: «Peces enclaustrados, cuerpos putrefactos y espacios simbólicos marginales en una novela latinoamericana de fin de siglo», en Ciberayllu.com

lunes, 30 de noviembre de 2009

Literatura Oral::Tradicion y Legado

Al hablar de literaturas indígenas debemos situarnos en un contexto cultural completamente distinto al nuestro. Es necesario tomar en cuenta, primero, que se trata de “culturas orales” , es decir, sus relatos, sus tradiciones, sus leyendas y sus mitos eran y son (aún en la actualidad) trasmitidos, generación a generación, persona a persona, de forma oral. Se trata pues de sociedades ágrafas en su mayoría, sobre todo en el caso de las culturas prehispánicas, que sólo se valían de cantos, relatos y representaciones pictóricas y simbólicas (jeroglíficos), para conservar sus tradiciones y también para educar, en cierta forma a su gente. Por otra parte también se debe comprender que su cultura y hacer cotidiano estaban estrechamente ligados a sus Dioses, por lo tanto utilizaban los ritos.
La oralidad aparece como principal conductor de los mitos en las culturas indígenas, es el medio que les permite avanzar en el rescate y preservación de su identidad. Es un sistema comunicativo de concepciones y prácticas culturales. Ahora bien, existen diversos criterios para le estudio de las literaturas indígenas y al mismo tiempo, con esto, se abre una polémica sobre si estas tradiciones orales llegan a ser literatura propiamente dicha; es decir, si se puede hablar de “Literatura Oral”. La diferencia de posiciones frente a este tema nos permite por lo menos a acércanos a decir, que las literaturas indígenas deben ser todas aquellas, que traten de alguna manera el mundo maravilloso y fantástico de estos pueblos, así como también las tradiciones de sus narraciones y costumbres, antes y después, de la llegada de los españoles a nuestro continente. Las fabulas de la tradición oral, en su mayoría, son el resultado de la imaginación popular son el modo de expresar las sensaciones y emociones del alma por medio de imágenes y símbolos.
La oralidad juega un papel fundamental en las comunidades indígenas, pues el narrador, al transmitir un mensaje, coloca al mundo de las creencias culturales como verdades del universo. Con la oralidad o literatura oral, además, se mantiene el vínculo comunicativo a través del cual se constituyen como etnia, y promocionan un tesoro informativo para su comunidad y también para el resto de las culturas ajenas a ellas.
Los aportes del imaginario indígena repercuten en los diferentes extractos de la sociedad que las asimila. En el caso venezolano, se puede hablar entonces de aportes en general, porque existe un gran legado proveniente de allí “La literatura oral que abarca tradiciones, leyendas, mitos y creencias constituye el folklore en el sentido estricto de la palabra. En Venezuela existe un rico patrimonio de tales tradiciones populares transmitidas oralmente de generación en generación, muchas de las cuales, conservan ciertamente su origen indígena” Pollak-Eltz, Aportes Indígenas a la cultura del Pueblo Venezolano.
En el caso de los Cuentos Indígenas Venezolanos, relatos de tradición oral recopilados en las comunidades Baniba, Baré, Piapoco y Piunabe, por Luis Cardozo, se aprecia claramente el carácter literario de los relatos, y es que encontramos cuentos perfectamente construidos, con personajes extraordinarios y entornos completamente mágicos. Los temas varían desde la creación de las plantas, el agua; la conversión de los hombre y los animales, hasta la explicación del por qué la tierra da de comer al hombre. Estos son solo algunos ejemplos del imaginario que compone el mundo del indígena venezolano y la valiosa visión de la oralidad en la literatura. No queda más que invitar a lector a realizar este encuentro mitológico.
Lic. David Moran Uzcategui

Deberes y actrices: iglesias, ventanas, y bailes, espacios y momentos para actuar.

A principios del siglo XIX aparece la imprenta en Venezuela y permite conocer al igual que las cartas, las variables políticas que enfrentaba la nación. El periódico, los panfletos, los manuscritos se imprimieron con el fin de definir el futuro del país y enmarcar la historia con base a los grandes próceres que nos redimieron de la corona española. Sin embargo no se logró desvanecer la herencia cultural de los españoles, como tampoco la de los indígenas y africanos, es por ello que en la organización política, social y racial fue necesario un proyecto de nación que permitiera la consolidación de la misma, lo que logró el nacimiento de gramáticas, constituciones y manuales de urbanidad.

Son estos documentos de tipo normativo y en ellos se establecían acuerdos sociales entre el individuo y lo que implicaba la ciudadanía, es decir el cumplimiento de las normas, al mismo tiempo que permitían la implementación de mecanismos verticales de poder en la sociedad.

Estos mecanismos de poder no sólo doctrinaron las clases sociales, sino contribuyeron a apartar la figura femenina del proyecto nación, siendo llevada al margen del proceso político. Pero a pesar de ello, sólo un aspecto la adjudicaba a la patria y era su contribución reproductora de ciudadanos, lo que paradójicamente le hizo llevar en sus hombros el destino y progreso de la nación.

Es entonces imposible evitar un acercamiento a la responsabilidad de la mujer en esta sociedad decimonónica que se apoyaba en la creación de un nuevo estado, en la modernización afrancesada y la normativa exacerbada que refrendaba su condición como ciudadano; siendo en esta condición donde se precisa su compromiso como mujer, como madre, como esposa, como hacedora del futuro de Venezuela, como trasgresora del discurso y como domadora de su corporeidad ante el juicio.

El Apóstol Liberal, El Cojo Ilustrado, Manual de Urbanidad de Manuel Antonio Carreño, Ídolos Rotos de Manuel Díaz Rodríguez y algunas cartas de viajeros del siglo XIX, serán los textos que certificarán esta investigación, siendo éstos gérmenes de instrucción disciplinaria y orientación de una sociedad encausada a los principios morales y virtuosos, así como espejos de una realidad que no dejan de palparse en el presente.

Lic María Sánchez

sábado, 28 de noviembre de 2009

Las camaras de la diversidad

Con las adopciones recientes de la Convención del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) y la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales (2005), la salvaguarda y la protección de las expresiones culturales y del patrimonio cultural inmaterial de muchas comunidades locales y de las comunidad identificado por ellos mismos como tales, su acceso a los medios de expresión y difusión, así como la promoción del pluralismo en dichos medios se han convertido en imperativo absoluto en el contexto de la globalización. Es necesario que la diversidad humana ocupe su lugar en el corazón de las políticas para el desarrollo cultural y la comunicación.

Muchos de las comunidades portadoras de esta diversidad viven aislados, en comunidades rurales alejadas y en asentamientos urbanos marginados sin acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y a menudo sin la capacitación necesaria para revitalizar sus recursos culturales como factor de diálogo intercultural y de desarrollo humano.

El proyecto las Cámaras de la Diversidad es un programa transversal de los sectores Cultura y Comunicación de la Oficina Regional de la UNESCO en colaboración con la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano, que estimula la formación y profesionalización en materia de comunicación de los miembros de las comunidades marginadas, a fin de que se conviertan en sujetos creadores de su propia palabra e imagen, a la vez que sensibiliza a nivel nacional e internacional sobre la creatividad local y la importancia de la diversidad cultural.

Igualmente, el proyecto pretende aprovechar las oportunidades que ofrecen estas tecnologías para reforzar el diálogo intercultural entre éstas comunidades y otros grupos de población, tanto urbanos como rurales, a la vez que se refuerza su identidad cultural, contribuye a luchar contra los estereotipos y la folclorización cultural, valoriza el patrimonio inmaterial (mitos, tradiciones oral, cantos, modos de vivir, etc.) y la diversidad lingüística. Latinoamérica y Caribe cuenta con más de 400 lenguas, para promover esta diversidad y su oralidad los productos audiovisuales son medios eficientes y prácticos.

Como ejemplo, en el caso de las comunidades indígenas, el programa, con la colaboración de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC) y la Coordinadora Audiovisual Indígena Originaria de Bolivia (CAIB), ha apoyado en América Latina a los Quechua, Aymara, Kikanantay, Rapa Nui y Mapuche a través de actividad de capacitación y entrenamiento en producción audiovisual y televisión comunitaria. Por otra parte, gracias al desarrollo del componente de difusión, el proyecto cuenta con más de 20 títulos de diferentes comunidades que se han presentado en varios festivales de Latinoamérica y Caribe, América del Norte y Canadá y Europa, llegando incluso a ser premiados en alguno de estos eventos.

En la misma línea de colaboraciones, la Oficina Regional ha auspiciado la presencia de Iván Sanjinés, en el marco del 6to Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara 2008. Director del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC) y prestigioso realizador y productor audiovisual, Iván Sanjinés ha estado vinculado al proyecto desde el principio y ha sido uno de los grandes impulsores de los proyectos de capacitación de indígenas en la creación audiovisual en Bolivia y en toda la región.

Además de esto, la Oficina Regional ha puesto a disposición de los realizadores del audiovisual comunitario o indígena una Red de los realizadores latinoamericanos y caribeños llamada la Red –Las Cámaras de la Diversidad: Audiovisual Comunitario e Indígena que tiene como objetivo promover estas obras y dar una voz a los sin voz, a los que sin tener acceso a las grandes producciones desean expresar la diversidad de sus talentos y culturas.

Además de esta iniciativa, cuenta con una página Web http://www.cinelatinoamericano.org/camaras.aspx?cod=111, ubicada dentro del Portal de La Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano que recoge toda la información y servicios que ofrece el proyecto.

Para cualquier información contactarnos a través de:
E. mail:
cine-indigena@unesco.org.cu
TEL: (53-7) 833 34 38 - 832 17 87 - 832 28 40 - 832 77 41
También información disponible en el el Portal de la Cultura:
http://www.lacult.org/

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Literatura Wayuu: Creación artistica que se suma a la historia literaria venezolana




La cultura Wayuu se define a través de sus creencias, leyes, costumbres y artes determinantes que se conjugan en la palabra, en la naturaleza en el colectivo, dándonos a conocer el mito, fundamento que cobija los modos de existir de esta cultura.

Es en el mito donde se conoce la conciencia y la organización étnica de los Wayuu, así como el nacimiento de una manifestación artística, que es legada a sus descendientes gracias a la palabra, nos referimos a la oralidad.

La oralidad, aparece como principal conductor de los mitos en las culturas indígenas, es el medio que les ha permitido avanzar en el rescate y preservación de su identidad. Es un sistema comunicativo de concepciones prácticas culturales.

El valor artístico que hallamos en la literatura Oral Wayuu, permite concentrar nuestra atención en lo significante de la oralidad, ya que en ella es donde se concentra lo estético, lo poético, lo mítico y lo mágico de esta etnia. Cultura ágrafa, que paradójicamente, ha escrito sus letras en la memoria de cada Wayuu, conservando y enriqueciendo, el canto o la narración, a través de la herencia cultural que se hace de ello, lográndose matizar ideológicamente el relato.

La literatura oral Wayuu nace de la idealización mítica que se representa en los mitos, por tanto, permite definirse como el instrumento necesariamente cultural que adentra al individuo a lo ancestral, permitiéndole con ello entender el presente y adiestrar el futuro.

Hay que resaltar entonces, que el carácter cultural de la literatura Wayuu es el de propiciar la comprensión del mundo, a través de los cantos o relatos, legado histórico y artístico que permite reconocer en ellos ese libro abierto que enriquece la literatura oral, ya que logra la consagración y evolución de la palabra en el espíritu.

Esta forma artística se identifica rápidamente con las raíces y componentes mitológicos del mundo Wayuu, ya que “… el estilo simbólico domina el estilo poético que en sí mismo descubre el arte en el lenguaje oral” (Sánchez Beatriz) es por ello que los Jayechmajachis (cantores) resguardan la simbología artística en el gesto, en la onomatopeya, en el sentimiento y demás habilidades homofónicas, para intensificar el valor simbólico de la cultura y el relieve artístico que lo fecunda.

La importancia de la literatura oral Wayuu recae fundamentalmente en la necesidad de exteriorizar la herencia religiosa, así como el trabajo estético que conlleva y la evolución constante que se da en cada nueva generación o en cada nuevo individuo, permitiendo con ello abordar un concepto que se aleja de la letra inscrita en el texto y que más bien parece apuntada a la memoria de cada Wayuu, y que permite que los Jayechmajachis (los cantores) exhiban en su trabajo un conglomerado de aspectos que definen el canto o la narración testimonial, como literario. Y es así como la literatura oral Wayuu ha afirmado sus propios géneros discursivos, como los Jayeechi y los Sukuaitpa, permitiéndonos ver en ellos “… el lugar de encuentro de la poética (…) y de la historia literaria” (Todorov Tzvetan), ya que éstos han consolidado el principio literario de la etnia Wayuu. Así mismo es importante afirmar que estos géneros literarios orales, han adoptado otros géneros literarios, como la poesía y el cuento, sin dejar de lado en estas representaciones artística el patrimonio ancestral.


Literatura oral y escrita WAYUU.

Pero la literatura Wayuu, también se exterioriza en el plano de la escritura. La representación Oral hija de los Jayeechi y los Sukuaitpa, se representa en su lengua original Wayuunaiki o lengua Wayuu. La representación escrita, se hace tanto en Wayuunaiki, como en español, con el fin de darse a conoce en ambas lenguas. Esta representación escrita se le conoce también con el nombre de literatura, aunque algunos la califican de literatura Guajira, ya que se compone de la letra o de lo escrito para manifestarse. Pero lo que busca el escritor Wayuu con esta representación es la “construcción de la lengua Guajira literaria” (Álvarez, José) y nuevas formas de representación cultural.

Esta representación escrita ha sido un trabajo de años, logrando con ello una recopilación y creación literaria, y es importante decir, que ha sido un trabajo realizado por los mimos Wayuu, entre los que se destacan en el campo literario José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Ángel Epinayu, Miguel Ángel Jusayú, Antonio Joaquín López, Ramón Paz Iguana, Atala Uriana, Ramiro Larreal, Gonzalo Tomás Uriana, Vicente María Siosi entre otros, quienes han forjado poco a poco la recopilación literaria que ha permitido la impresión de la palabra como acto artístico de la oralidad en el texto.

Hoy por hoy la literatura escrita debe sostener las “temáticas olvidadas” (Paz Iguana), y enfatizar sus narraciones a la necesidades autóctonas del Jayeechi y del Sukuaipa, permitiendo con ello el resguardo de la literatura oral. De igual manera, la literatura escrita, debe actuar como voz escrituraria para dar a conocer nuevas formas de literatura, sumar maneras de percibir al mundo y tomar en cuenta a un pueblo en crecimiento poblacional que ha sido vejado intelectualmente por el contexto histórico de nuestra nación.



María Sánchez
Lic. en Letras.