lunes, 30 de noviembre de 2009

Deberes y actrices: iglesias, ventanas, y bailes, espacios y momentos para actuar.

A principios del siglo XIX aparece la imprenta en Venezuela y permite conocer al igual que las cartas, las variables políticas que enfrentaba la nación. El periódico, los panfletos, los manuscritos se imprimieron con el fin de definir el futuro del país y enmarcar la historia con base a los grandes próceres que nos redimieron de la corona española. Sin embargo no se logró desvanecer la herencia cultural de los españoles, como tampoco la de los indígenas y africanos, es por ello que en la organización política, social y racial fue necesario un proyecto de nación que permitiera la consolidación de la misma, lo que logró el nacimiento de gramáticas, constituciones y manuales de urbanidad.

Son estos documentos de tipo normativo y en ellos se establecían acuerdos sociales entre el individuo y lo que implicaba la ciudadanía, es decir el cumplimiento de las normas, al mismo tiempo que permitían la implementación de mecanismos verticales de poder en la sociedad.

Estos mecanismos de poder no sólo doctrinaron las clases sociales, sino contribuyeron a apartar la figura femenina del proyecto nación, siendo llevada al margen del proceso político. Pero a pesar de ello, sólo un aspecto la adjudicaba a la patria y era su contribución reproductora de ciudadanos, lo que paradójicamente le hizo llevar en sus hombros el destino y progreso de la nación.

Es entonces imposible evitar un acercamiento a la responsabilidad de la mujer en esta sociedad decimonónica que se apoyaba en la creación de un nuevo estado, en la modernización afrancesada y la normativa exacerbada que refrendaba su condición como ciudadano; siendo en esta condición donde se precisa su compromiso como mujer, como madre, como esposa, como hacedora del futuro de Venezuela, como trasgresora del discurso y como domadora de su corporeidad ante el juicio.

El Apóstol Liberal, El Cojo Ilustrado, Manual de Urbanidad de Manuel Antonio Carreño, Ídolos Rotos de Manuel Díaz Rodríguez y algunas cartas de viajeros del siglo XIX, serán los textos que certificarán esta investigación, siendo éstos gérmenes de instrucción disciplinaria y orientación de una sociedad encausada a los principios morales y virtuosos, así como espejos de una realidad que no dejan de palparse en el presente.

Lic María Sánchez